Una de cada cuatro parejas estadounidenses opta por la cama y hasta el cuarto separado por comodidad, pero ello no implica distancia afectiva, según expertos.
MIGUEL BARDESIO
Ronquidos, patadas, la TV o distintas rutinas de sueño llevan a que muchos opten por la división de almohadas. La tendencia crece en el mundo y aparecen los primeros casos criollos.
Es domingo, el único día que ella tiene para dormir algo más que hasta las seis y media de la mañana. Pero claro, su reloj biológico, a fuerza de años de levantar hijos para ir a la escuela, la lleva a estar un poco más alerta. Pero lo intenta, siente aún esa somnolencia. No le es posible, ni siquiera los fines de semana. Solo seis horas en los brazos de Morfeo gracias al cansancio y basta. Al alba, por más que se tape la cabeza con dos almohadas, no logra mitigar esa serie de horribles sonidos que vienen del otro lado de la cama. En algún momento, jóvenes todavía, lo miraba con cariño. Y también ahí, valga una lanza para ella, los ronquidos eran suaves. Pero, con los años, la fiesta terminó y por momentos se le hizo insoportable. No porque se tenga que levantar temprano, tiene tanto qué hacer. Sino porque a la noche ella está molida, y él espléndido. Ella solo quiere dormir, y él pide algo más que amor. Ay, ay, ay.
Hay expertos que aseguran que antes de las molestias entre sábanas, surgen otros conflictos de pareja bastante más profundos que los ronquidos o las patadas. Otros especialistas hablan de cambio hacia una cultura "separatista", y los menos estudiosos, pero sí experientes, dicen a voz en jarro: "andá tú a bancar no dormir más de unas horas, o a que te despierten pateándote el trasero". Ni que hablar de los sustos que se llevan unos y otros con gritos inesperados, o cuando cualquiera de la pareja comienza a susurrar nombres de otras personas del sexo opuesto. Ay, ay, ay.
Por suerte, hay estudios que avalan unas y otras teorías como para sacar conclusiones. Lo cierto es que cada noche, en miles de cuartos matrimoniales se repiten las quejas ("apagá la tele", "dejame dormir", "pará de roncar", "no me destapes") que crece en el mundo la tendencia de parejas que prefieren camas y hasta cuartos separados. Pasa en Gran Bretaña, donde uno de cada cuatro casados se va a otro dormitorio o al sofá para poder dormir y también en Estados Unidos: allí, el 23% de las parejas opta por tomar distancia de su compañero, al menos en la noche.
Por Uruguay, la opción sigue siendo más tradicional, aunque de a poco van apareciendo los "separatistas". El psicólogo Álvaro Alcuri, que atiende parejas, conoce de algunos, en especial de jóvenes. "No responde a que se lleven mal o bien. Sé de parejas que se odian y sin embargo, duermen juntos, espalda con espalda", comenta. Y es que para él, la separación de cuartos se debe a un desuso cultural, pero no dice nada sobre el estado del vínculo. "Lo he visto en parejas jóvenes que lo hacen por comodidad del tipo: `yo quiero tener mi cuarto, mi comodidad y mi privacidad`".
Más o menos esos mismos argumentos aparecen en los estudios internacionales. Investigaciones del Sleep Council, de Gran Bretaña, encontraron que la mitad de los británicos son despertados alrededor de seis veces en la noche por sus compañeros o compañeras. Los ronquidos encabezan el ranking de lo más molesto, pero también aparecen patadas, movimientos bruscos y "el síndrome de las piernas inquietas".
En Estados Unidos, la Fundación Nacional del Sueño, calculó que cada pareja pierde 49 minutos por noche de sueño debido a los ruidos de su compañero a la vez que agregó nuevos motivos al "separatismo". Además de los ronquidos y otras incomodidades físicas, concluye que algunas parejas optan por la distancia por diferentes rutinas de sueño y lo más llamativo: porque quieren evitar que la tentación sexual interfiera con las horas necesarias al descanso. "Me voy porque tengo que dormir, tengo que dormir", se resistirá uno de ellos.
El asunto está conduciendo a un debate filosófico. ¿Dormir juntos es decisivo para un vínculo saludable? ¿Forma parte de la base de la pareja? Quienes se inclinan por la división de sábanas sostienen que el sueño compartido no es "natural". No se ve en los animales, salvo por cuestiones de vida o muerte (protección contra el frío o depredadores) y no hay evidencia de que los humanos prehistóricos recurrieran a esta práctica. En simples palabras: hacían lo suyo para la reproducción de la especie y después, cada uno a dormir a su choza.
Luego vino la cultura y en algún momento de la Era Romana empezó la costumbre del cuarto matrimonial, siempre con excepciones a lo largo de la historia. El escritor ruso Anton Chéjov nunca se casó, pero manifestó en una carta que lo haría bajo la condición de que su amada no viviera en la misma casa. "No puedo soportar esa clase de felicidad que dura día tras día, de una mañana a la otra. Cuando alguien me habla un día y otro de las mismas cosas y en el mismo tono de voz, me enfurezco", escribió a un amigo. Entre las parejas "separatistas" de la historia también se cuenta la de Jean Paul Sartre y Simone de Beauvoir, aunque la división de cuartos era lo menos rupturista de esta excéntrica unión: él tuvo decenas de amantes conocidas por ella y Simone también, pero mujeres, pues era bisexual.
El otro bando, en tanto, considera que la cama compartida es parte de la vida en pareja y del compromiso de amor, que se supone más fuerte que cualquier ronquido. La actriz y directora teatral Imilce Viñas -casada hace 36 años con su colega Pepe Vázquez- piensa de ese modo y añade: "Una convivencia se hace en base a amor pero también a la amistad y el respeto al otro. Además, hay un gran acostumbramiento a la otra persona y su forma de ser y eso incluye su forma de ser durmiendo". Con respecto al sueño compartido con Pepe Vázquez, ella valora que coinciden en los horarios de acostarse y no hay demasiados problemas de ronquidos, "lo normal", asegura (ver nota aparte).
Álvaro Alcuri inscribe este fenómeno de la separación de cuartos en la liberalización de los vínculos de pareja y familiares. "No me gusta ser alarmista, pero los hechos indican que no vivimos en familia igual que lo hacían nuestros padres o abuelos. He visto, por ejemplo, casas donde no existe el comedor. Cada uno come por su lado, aquello de poner la mesa y esperar a todos se está perdiendo. Priman los intereses individuales y la mayor libertad", asegura el experto.
Como toda tradición, empieza a caducar si la pareja no le encuentra mayor sentido. La receta, entonces, la da Alcuri: "Nosotros, los terapeutas, siempre decimos que se practiquen los rituales cuando tengan contenido; si duermen juntos, que sea porque lo disfrutan y lo mismo para el caso contrario".
El problema sobreviene cuando uno lo entiende así y el otro valora más la independencia. Bueno, ahí se recomienda lo de siempre: negociar, capaz que algún día separados y otro juntos.
COMODIDAD. El psicoanalista de parejas Juan José Gómez, explica que nunca en su experiencia apareció un caso en que las "molestias del sueño" se transformen en un problema que hiera de muerte el vínculo. "A veces lo comentan pero de modo casi risueño", asegura el especialista.
Lo que sí ocurre en parejas con conflictos previos es que las "problemas de sábana" cobran mayor gravedad. "El ronquido es frecuentemente mencionado (en la terapia de pareja) y hasta con forma de reproche, pero no lo he visto como el núcleo del problema de esa pareja y menos como el comienzo de una ruptura". O sea que cuando las molestia de sueño se vuelven serias es porque habría algún otro conflicto de fondo.
Gómez coincide en que no puede evaluarse el estado del vínculo con el número de camas o dormitorios. Es más: si una pareja resuelve la división, "no hablaría de alejamiento, sino de acercamiento porque implica un acuerdo".
Chris Alford, psicólogo y experto en el sueño de la Universidad de West of England, señala que los conflictos de almohada "suelen acarrear problemas de la pareja en vigilia. La tendencia al "separatismo" es tan fuerte en Gran Bretaña que otro organismo, la National Association of Home Builders (asociación nacional de constructores) estima que para 2015, el 60% de las casas se construirían con dos cuartos matrimoniales.
Unos 15 millones de británicos roncan y en el mundo, se calcula que el guarismo trepa 40% de la población y es el trastorno del sueño más común entre un total cercano a 200 (ver nota aparte).
Para el psicólogo estadounidense George Williams, la imagen de la dupla que duerme enroscada toda la noche es, definitivamente, un "mito". ¿Será?
¿Cama matrimonial o de una plaza?
Noelia Campo y Nicolás Ibarburu
Conductora de tevé y músico; en pareja desde 9 años
Dormimos en la misma cama, lo que hemos pensado es vivir en casas separadas (risas), por la convivencia, a veces decimos que si viviéramos separados, nos llevaríamos mucho mejor. Volver a ser eso de cuando sos novio, que te invitás a cenar o ver una película. Pero en el sentido del sueño y de dormir nunca hemos tenido problemas, no nos molestamos mucho. De cama nunca pensamos separarnos, para nada. En invierno es una gran ventaja por el calor humano. Él no ronca y yo no sé, pero nunca me dijo.
"Separar camas es un desuso cultural; no dice nada sobre si la pareja se lleva mal o no".
Imilce Viñas y Pepe Vázquez
Actores teatrales, casados hace 36 años
"Aunque tenemos horarios raros y vacaciones raras para otros matrimonios, llegamos a casa casi a la misma hora. Nuestra rutina de sueño es la misma. Además, yo creo que una larga convivencia se hace en base amor y cariño y un gran acostumbramiento. Eso incluye el sueño. No hay problemas de ruidos o ronquidos, salvo los normales y a esta altura está muy aceitado el vínculo. Yo le diría a las parejas jóvenes: `echale un poco de aceite". Uno debe valorar la otra persona y respetar su forma de ser". (Imilce Viñas)
Problemas para dormir en alza
Los trastornos del sueño se están volviendo un mal cada vez más común, según coinciden varios estudios internacionales.
El ronquido es la alteración más frecuente, con una incidencia aproximada del 40% en hombres y 20% en mujeres. El ronquido se produce por una retención respiratoria que tiene sus escalas de gravedad.
Se puede dar ocasionalmente en noches posteriores a un día agotador o de consumo previo de alcohol, lo que sería su versión más leve. Cuando se repite todas las veces y se va agravando puede ser síntoma de la apnea del sueño, una grave patología que afecta al 8% de la población, según la Organización Mundial de la Salud. Varios estudios señalaron la relación entre el ronquido y la obesidad, el tabaquismo y las afecciones coronarias.
Para el ronquido no existe de momento ningún tratamiento efectivo. Algunos fármacos todavía en etapa experimental prometen curarlo. A la vez, existen dispositivos nasales que logran disminuir su intensidad.
El insomnio es otro trastorno común del sueño, en especial entre las mujeres, con una incidencia del 25% entre ellas. Se agrava con la edad y sus causas son mayormente psicológicas. Su contracara, la hipersomnia, es menos común y consiste en dormir en exceso. También encuentra múltiples causas en patologías psicológicas como la depresión.
Otro trastorno es particularmente molesto para el compañero o la compañera. Se trata de los "micro despertares", también conocido como el "síndrome de las piernas inquietas". Su nombre lo dice todo y es más común en mujeres que hombres.
Respecto a los movimientos normales en el sueño, un estudio británico estableció que los hombres son más movedizos en la cama que las mujeres. Y de hecho, son ellas las que más se benefician en caso de separación de camas.
Las cifras
50% De los británicos son despertados hasta seis veces por sus parejas a lo largo de la noche, según una reciente investigación.
60% De las casas construidas en Gran Bretaña para 2015 tendrán dos cuartos matrimoniales, según asociación constructora.
23% De las parejas estadounidenses han optado por separar camas o cuartos por comodidad; el fenómeno es más frecuente entre jóvenes, según Fundación del Sueño.
40% De los hombres roncan, según estimaciones de la OMS. En mujeres, el guarismo baja al 20%. El ronquido no tiene cura por ahora.
Tomado de www.elpais.com.uy
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