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lunes, 23 de junio de 2008

Vacaciones, ¿qué estrés!

 
 
 
 

HABLAN LOS EXPERTOS CONSEJOS

Llegan las vacaciones, tiempo de descanso, paseos al atardecer y cerveza fresca en una terraza frente al mar. El momento más esperado del año ya está aquí. El verano, como siempre, se anuncia con tumbonas, helados, moda ligera y gafas de sol, color moreno, estallidos de agua salada, viajes exóticos, sueños hechos realidad. El día a día, que se construye a base de pequeños acontecimientos cotidianos, a menudo pinta un escenario muy distinto. Ocurre así, aunque decida uno quedarse en casa o viajar a miles de kilómetros de distancia para fumar en pipa con una tribu milenaria. Da igual.

Por mucho que uno se empeñe en impedirlo, sucede. El avión sale con retraso, el niño se cansa, llora, la monta, te vomita encima y al llegar al destino el apartamento de lujo frente al mar está situado a kilómetros de la playa. ¿Ah! Y la ducha no funciona, pero da igual porque en ese sitio sólo hay agua dos horas al día.

Las pase uno sólo, con su pareja o en familia existen mil y una circunstancias que pueden arruinar el plan mejor elaborado. Por fortuna, no hace falta una fórmula mágica para resolver todas esas adversidades. El secreto reside en disfrutar del tiempo libre, sin pedir a las vacaciones más de lo que pueden dar. El psiquiatra Iñaki Eguíluz, del hospital vizcaíno de Cruces, y el pediatra Jesús Rodríguez, de la Academia de Ciencias Médicas de Bilbao, aportan las claves para disfrutar del descanso estival al máximo y sin sobresaltos.

Frustración

Las vacaciones conllevan una larga espera. Suponen la culminación de un largo año de trabajo y el premio personal a meses de entrega, dedicación e incluso sacrificios personales. En ellas, como en todo lo que se hace esperar, se depositan tantas ilusiones y expectativas que, según explica Iñaki Eguíluz, uno corre el riesgo de idealizarlas tanto que puede llegar a sentirse frustrado al comprobar que los objetivos no se cumplen.

Que ni la playa tiene tanta arena blanca como parecía en el catálogo ni los autobuses de Nueva Delhi son tan puntuales como para ver todo lo que se había previsto. «Muchas personas disfrutan casi más preparando un viaje que luego cuando lo realizan. Eso no es malo si uno es consciente de que lo importante no es cubrir expectativas, sino disfrutar del momento, sin más pretensiones».

Tradicionalmente, las vacaciones de verano se entendían como el descanso laboral necesario para recuperar fuerzas antes de seguir trabajando. El ocio tiene hoy una interpretación muy diferente. «Ya no descansamos para estar más frescos y volver al trabajo, sino que compramos tiempo libre. El concepto es completamente distinto», subraya el especialista.

Receta para descansar

El mayor tiempo libre nos da la oportunidad de romper con la rutina y compartir con las personas que queremos, familiares y amigos, las cosas que no podemos el resto del año. La convivencia se hace más intensa y, como consecuencia, puede enriquecerse y resultar más satisfactoria; o todo lo contrario: sumar nuevos motivos de disputa y volverse aún más traumática.

«Las vacaciones son para vivirlas, no para marcarse grandes metas personales. Plantearse la idea de arreglar en ellas un problema grave es absurdo. Ocurre -dice Eguíluz- como en navidades, que es mejor pasarlas lo mejor que se pueda y dejar para la vuelta los posibles conflictos».

Además, no todo el mundo es capaz de afrontar la ruptura de la rutina que supone la llegada del verano. Hay personas tan dependientes que son incapaces de vivir el momento si no es con su pareja, su madre, con su amigo de toda la vida o, incluso, con el mismo trabajo. La llegada de las vacaciones les desestabiliza.

Por eso, a la hora de planificarlas tan importante como no dejar que la felicidad de uno dependa de la consecución de determinadas metas es organizarse bien. Determinar con cabeza a dónde se va a ir, cómo y con quién. El planteamiento vale lo mismo para quien viaje a la selva peruana como para quien se quede a pasear por su ciudad.

«No hay que magnificar las cosas. Si este año la crisis nos impide viajar, pues nos quedamos en la playa más cercana y estupendo. Hay que organizarse en función de las posibilidades de cada uno. Lo que yo no haría es pedir un crédito para ir a no sé donde y meterme luego en una vorágine económica y personal sin sentido», concluye.

El pediatra Jesús Rodríguez asegura que la sociedad actual sufre de «dos enfermedades» para las que uno tiene que vacunarse antes de marcharse de veraneo. Especialmente si se viaja con niños, que ese ya es otro cantar. Ni los excesos ni las prisas son buenas compañías para el tiempo libre.

Hasta que uno no vuelva al trabajo, lo mejor es cerrar el móvil, «olvidarse de las rutinas que nos ponen la cabeza como un bombo» y dejar para septiembre los recaditos. «Las vacaciones -dice Rodríguez- tienen la capacidad de curar. Lo veo en mi consulta cada septiembre. Muchos chavales que arrastran problemas durante todo el año mejoran e incluso sanan durante esta temporada. Si no existieran, habría que recetarlas».

Viajes con niños

Lo más importante para los chiquillos son los padres. Esa, por encima de todo, es la principal cuestión que debe tenerse en cuenta cuando se planean las vacaciones en familia. «Los veranos que curan a los niños, los que se recuerdan toda la vida, son los que se comparten con los padres». El chaval disfruta el doble de las vacaciones si en ellas aprende a nadar con su madre, arregla la bici con su padre y sale con los dos de paseo a ver bichos por el monte.

Si se viaja con bebés, debe tenerse en cuenta que la playa no es un lugar que les guste demasiado hasta los dos años. El sol, el viento y la arena les agobian. Prefieren las terrazas y el paseo. «La playa es fenomenal para los niños un poco mayores porque les divierte mucho y luego duermen fenomenal, pero deben protegerse del sol con cremas, gorros y ropa; y evitarlo en las horas de mediodía».

Lo normal es que en vacaciones el sueño se descontrole y coman peor. Tanto los grandes como los pequeños. No es para preocuparse. No hay problema si mantienen la disciplina horaria de las comidas y a la vuelta se les hace entender que deben regresar a sus rutinas. «Al final -resume este psiquiatra-, puede parecer con tanto consejo que pasarlo bien en verano es un reto casi imposible, cuando no es así». El secreto para divertirse es querer hacerlo.
 
tomado de www.laverdad.es

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