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lunes, 7 de mayo de 2007

Mujeres que sufren en silencio

"Para liberarse de las cadenas que nos oprimen,
tan solo hemos de querer hacerlo con todas nuestras fuerzas...".

En los tiempos que corren una noticia se repite una y otra vez en nuestros telediarios y periódicos, como si nada pudiera hacerse para proteger el sufrimiento y la tortura que viven las mujeres que sufren maltrato. Llega la noticia a nuestros oídos o a nuestra vista cuando la gota ha colmado el vaso. Algunas veces, inclusive, sólo nos llega el desenlace final: su muerte, una muerte anunciada.

En el siglo XXI parecería que las mujeres fueran más inteligentes, menos víctimas de ese tipo de psicópatas que llevan viviendo años en su mismo hogar, pero lamentablemente, no es un problema de inteligencia ya que a menudo el amor sabe enmascarar el verdadero verdugo que nos sacude todo el cuerpo con ese sentimiento.

Muchas mujeres dicen que sólo dejarían pegarse una vez y que la paliza no volvería a repetirse, pero no siempre es posible salirse de determinadas situaciones. Muchas de las víctimas que ahora yacen bajo tierra, se liberaron del sufrimiento amenazante y continuado para que, una vez creerse en libertad, acudiera la muerte a su puerta, porque, queridas amigas, el psicópata no descansa hasta ver perpetuado su crimen.

Y la justicia ¿dónde está cuando se necesita? Muchos casos han terminado enterrando a las víctimas porque la respuesta de la justicia no fue lo suficientemente rápida como se necesitaba. Es la cruda realidad: tenemos que aprender primero a detectar a nuestros posibles agresores y, si ya están formando parte de nuestro entorno, a defendernos de ellos. La salvación a menudo se encuentra en la prevención, es decir, en la detección anticipada de ciertas alteraciones de carácter.

El agresor psicópata puede tener algunos de estos rasgos de carácter:

manipulador, celoso en exceso, emocionalmente desligado, cíclico (pasando rápidamente de un estado emocional a otro), te causa confusión sin saber muy bien cómo predecir sus reacciones, le gusta provocar el daño psicológico a otros, se cree superior a sus semejantes (narcisista), tratará de alejarte de aquellos que forman parte de tu entorno inicial (familia, amigos) desterrándote a su único y solitario territorio, tiene poca constancia en la duración de sus empleos, es egocéntrico (él es el centro de todos sus pensamientos) y... un sinfín de todavía no conocidos rasgos que van llenando el historial con cada nuevo caso.

Muchas de vosotras os hayáis atrapadas en la red de estos hombres que con un carisma, no muy claro, os han hecho suyas. Sus disculpas son siempre tan creíbles que seguís estando formando parte de su disgregada vida. Cuanto antes abráis los ojos y cerréis los oídos a su palabrería, antes seréis liberadas.

Demasiados casos ya cerrados invaden las páginas de sucesos de nuestros diarios; nos hallamos indefensas ante un virus que puede acabar con nuestra vida y ninguna ley puede protegernos.

Mujer, deja ya de sufrir en silencio y defiéndete. Piensa siempre lo peor que pueda pasarte y aunque el tiempo creas ya transcurrido, no dejes jamás la puerta abierta.

Gloria Marsellach Umbert - Psicóloga

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