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martes, 18 de diciembre de 2007

Relaciones después de los 50



 

Superan con mayor madurez y eficiencia los conflictos, pero pueden caer ante el enemigo del aburrimiento. Son más independientes, pero pueden repetir errores del pasado. ¿Cuáles son las características de las parejas mayores de 50?

Un famoso refrán reza "no hay mal que por bien no venga". Pero en el caso de estas parejas, también se podría afirmar que no hay bien que por mal no venga.

Pasa que cuando relaciones de pareja que se vivencian a esta edad tienen, al igual que todas las relaciones humanas, una gran cantidad de pros y contras.

Y es que todas las experiencias con las que se llegan a esta edad, pueden jugar tanto a favor como en contra, dependiendo de cómo se capitalicen o como afecten a los integrantes más allá de nuestros deseos.

A favor

Según señalan los especialistas, una persona que llegó a los cincuenta es una persona que muy posiblemente se conozca mejor y sepa más concretamente que es lo que busca y necesita.



Esta característica, sumada al hecho de que las personas de esta edad atravesaron etapas de frustraciones, conflictos, crisis, rupturas, o pérdidas, provoca que el amor que se viva sea un amor mucho más maduro, en el cual cada uno se conozca mejor interiormente, sepa lo que busca, acepte la realidad, y respete a la otra parte de la pareja tal cual es, sin buscar que se adapte a sus necesidades.



Por otro lado, suelen estar conformadas por gente más independiente, que lograron desarrollar un largo camino de vida que les enseñó a tener en cuenta sus propios deseos, sin dejar, al mismo tiempo, de lado los del otro. Por eso, lo más probable es que exista una mayor independencia y armonía en el vínculo, ya que en el caso contrario es muy raro que la pareja logre perdurar, desde el momento que son pocos los que tolerarían que su compañero viva dependiendo de ellos mismos.



Es por eso que en las relaciones de gente mayor de 50 años suelen haber menos escenas de celos o de disputas destructivas, para dar paso a un espacio de sano disentimiento, donde se puedan exponer y solucionar las posibles diferencias, sin poner en riesgo la continuidad de la pareja.



Esto sucede porque a esta edad es más importante mantener la cercanía con la pareja antes que tratar de salir victorioso de la absurda lucha de los sexos y la siempre presente competencia inherente a los seres humanos.



Es aquí donde también la sexualidad es vivenciada desde una faceta diferente, donde ya no se le da tanta importancia al aspecto físico, sino a uno mucho más intimo, recreativo, y gratificante.



Lamentablemente, no todo es color de rosas



Pese a los beneficios que brinda la experiencia, el conocimiento, y la maduración, los especialistas señalan que esos mismos factores, u otros, pueden también atentar contra una buena convivencia.



Para muchos profesionales en relaciones humanas, las personas hacen "lo que pueden", y no "lo que quieren o lo que la lógica determinaría".



Justamente por eso, más allá de las edades, las experiencias, o las voluntades, es posible que las personas vuelvan una y otra vez a caer en sus mismas trampas, aún cuando creían haber aprendido de sus anteriores experiencias.



Para aquellos que ya tengan una pareja consolidada, otro de los riesgos que pueden atentar contra su funcionamiento es el aburrimiento, el cual es causante de muchos casos de infidelidad.



Por eso, es fundamental que una vez que los hijos hayan abandonado el hogar o se logre un bienestar económico sin necesidad de mayores esfuerzos se invierta el creciente tiempo libre en encontrar nuevas actividades y tareas que permitan dar un nuevo significado al vínculo que se vivencia.

Tomado de www.corrientesnoticias.com.ar

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