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jueves, 17 de mayo de 2007

Y Ellas ¿para qué quieren ser Madres

Y Ellas ¿para qué quieren ser Madres

Cuéntame.....



15/05/2007 0:30:29
María de Lourdes Moreno Peña


I Parte



"Antes de estudiar psicología, estudié antropología cultural. Siempre me ha interesado el punto en que se cruzan la psicología cultural y la del individuo, porque las culturas crean ciertas personalidades y no otras, cómo hacen surgir ciertas fuerzas en sus miembros, cómo se utilizan ciertos talentos, mientras otros se atrofian por falta de atención. Me interesa el papel que juegan las culturas en el desarrollo de la patología individual". A mí también, escribí al margen de la página 26 del libro "Reviviendo a Ofelia" Edit. Norma y resumen de Mary Pipher, psicóloga, sobre su experiencia clínica en el comportamiento "anormal" de mujeres, adolescentes y niñas.

Este interés, en mí, por captar el vínculo entre la cultura y la malformación de la conducta individual nació en la Normal Superior al escuchar al conferencista mexicano doctor y psiquiatra Ernesto Lammoglia y quien introyectó, a quienes acudíamos a sus sustanciosas charlas, el interés por la antropología, la sociología y, preeminentemente el acercarnos a la psicología en general para entender el porqué nuestros alumnos respondían, o no responderían, a determinados métodos pedagógicos y didácticos.

¡Cuánto se agradece como estudiante de vocación toparse en la vida con maestros así lector! Lo más probable es que no supere uno al maestro, ¡puede que no le llegue uno a la "suela de los zapatos" en cuanto a comprensión! Afortunadamente el principal beneficio que nos reportan dichos maestros, ¡es que a una se le hará bolas el engrudo, sí, empero con plena conciencia y sin más manipulación que la que le permita nuestra presente o ausente inteligencia!

De ahí "pal'real" cuanto libro sobre el tema de la conducta humana encontraba, ¡anda, a ahorrar para leérmelo cuanto antes de pe a pá!

Curioso, pero en todos estos libros encuentro, recurrentemente, como tema principal de estudio a la familia. Y como en todas las culturas en la mujer recae directa o indirectamente la CULPA o CULPAS del comportamiento de dichas familias, ¡pues resulta que, los estudiosos de la conducta humana se centran en éstas para detectar ese VÍNCULO o INCIDENCIA que "juegan" las culturas en la creación de la patología individual!

Escucha esto lector: "En segundo lugar, debo decir que la depresión de la madre es la principal de las variables que hacen peligrar el desarrollo emocional del niño. Por ello los hijos de madres tristes, apáticas o deprimidas son MÁS AGRESIVOS, ANSIOSOS y DEPRESIVOS".

En su inmensa mayoría éste, y no otro, es el PERFIL de los niños que tenemos a nuestro cargo los maestros y niñeras de guarderías y de escuelas: ansiosos, depresivos y muy AGRESIVOS.

Sin embargo, fíjate mucho lector, el párrafo de la página 329 del libro "Emociones Destructivas", Edit. Vergara, compilación del filósofo y escritor Daniel Goleman de una serie de charlas con científicos occidentales y el Dalai-Lama, comienza: "En segundo lugar..." y, ahora te cuento en PRIMER LUGAR lo que sucede a nivel cultural, al interior de la familia, para que las emociones destructivas de la madre pasen a ser conducta patológica individual del niño, dice así: "En primer lugar, la investigación indica que, cuando los PADRES reconocen las emociones negativas de sus hijos -su ira y su tristeza- y les ayudan a afrontarlas, éstos acaban desarrollando, con el paso del tiempo, una mayor capacidad de regulación fisiológica de sus emociones y exhiben una conducta más positiva. Cuando, por el contrario, los PADRES IGNORAN esas emociones, se enfadan o castigan a sus hijos por tenerlas -y debo decir que muchos son los padres que, curiosamente, se enfadan con sus hijos (aun cuando son bebés) por enfadarse, el niño parece sacar la conclusión de que no debe compartir ciertas emociones, y acaba desconectándose de ellas. Sin embargo, de ese modo, todavía se inquieta más tanto fisiológica como psicológicamente, porque no, por ello, la emoción desaparece y acaba entorpeciendo el establecimiento de una confianza básica entre el niño y los adultos. Según observaciones realizadas por Mary Ainsworth sobre la relación entre el hijo y su madre, hay niños que, con un año, no buscan el contacto con su madre cuando están alterados y afligidos, sino que, muy al contrario lo rehuyen. Son niños que tienen problema de aproximación/evitación con respecto al contacto emocional y físico y que, en consecuencia tienen grandes dificultades para gestionar sus emociones".


Por eso es que, el siguiente párrafo inicia, "En segundo lugar..." y, ¡aquí es donde captamos todo lo que la cultura machista, inequitativa, impune, autoritaria e intransigente con el género femenino, ha sembrado su rivalidad entre padres e hijos dejando a la madre como mera "fábrica" de chamacos y chiquilllas que...seguiremos analizando en otro Cuéntame ¿ para qué ELLAS quieren ser madres....


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