Luis Chay Chuil
Situaciones familiares (de mi madre) me tienen sin ánimo y había decidido dejar que el polvo cubra la pluma, pero algunos a quienes encontré en las calles y otros a quienes el tiempo y las circunstancias no permiten frecuentar me han hecho sentir que, aunque parezca una voz en el desierto, al menos hay por quien vale la pena seguir en el intento. A toda esa gente de a pie, que aunque sea alguna vez ha leído algunas de estas líneas y algo le ha quedado, gracias.
Precisamente así bautizaré esta reaparición: "Gente de a pie", en agradecimiento a todos los que han dado lugar a algunas reflexiones. Es un reconocimiento también para otros que tienen más tablas en esta lid y un bálsamo para mí en medio de la adversidad. Las líneas que regirán los comentarios, aunque no todas en uno, serán: familia, infancia, creencias, cotidiano y, los que nos quejamos, la pelota no es redonda.
Ahora empezaré por decir, una vez más, algo sobre familia, esa a la que tantos le tiran, otros la usan como muletilla de campaña y muchos más la consideran una realidad fuera de moda.
"Gracias a Dios soy ateo y, por lo tanto, tampoco creo en el matrimonio", argumentó alguien uno de estos días, al tiempo que trazaba en la frente y el pecho una cruz. En principio es una gran contradicción, porque aquí la cosa es: eres o no eres. No hay dioses al capricho y medida de cada quien. Eso me recuerda a los que llevan en el cuello unas "bolitas", sin saber que son las cuentas para llevar una secuencia mientras se reza el Rosario, no un collar para los hippies.
Cuando no se le da el justo valor a las cosas o valores, se es presa fácil de ideas simplistas que hacen pensar que todo es relativo, trivial y lo único que cuenta es el amor por conveniencia y pasajero. En eso contribuyen algunos medios de comunicación que todo lo hacen girar en torno al tener y la apariencia: fomentan una visión mercantil, materialista y economicista, toman a la sexualidad como fuente indiscriminada de placer que hay que aprovechar al máximo.
Al sexo lo han vuelto un instrumento de venta basado en la mujer-objeto. La relación hombre-mujer lo basan sólo en la atracción física y sin ningún compromiso.
Todos los días leemos, oímos y vemos la dimensión que alcanza la violencia, pero quizá lo que menos hacemos es pensar si no somos simples observadores. La descomposición social no se arregla con paliativos como el aborto o la eutanasia que sólo buscan remediar sin ir al origen.
Si la coherencia fuera una lucha cotidiana, no habría tanta pobreza y emigración. Si hubiera una adecuada moral sexual, no habría tanta infidelidad, "casas chicas" ni promiscuidad.
Aunque un clásico final de cuentos y películas es: "Se casaron y vivieron muy felices", nunca dicen cómo le hicieron. En la vida real el matrimonio no es como lo pintan, ya que es una relación integral de dos que viven juntos.
Con esto y más ¡claro que el matrimonio parece algo banal, caduco! Sin embargo y a pesar de todo, el matrimonio no está fuera de moda, es una realidad tan actual, que lo que requiere es que muchas promesas de campaña sean realidad y los responsables de legislar lo hagan con una actitud abierta a la verdad y respetuosa del bien común, conscientes del valor educativo de las normas, porque una ley justa debe promover y defender a la familia, principio de toda vida.- Mérida, Yucatán.
Precisamente así bautizaré esta reaparición: "Gente de a pie", en agradecimiento a todos los que han dado lugar a algunas reflexiones. Es un reconocimiento también para otros que tienen más tablas en esta lid y un bálsamo para mí en medio de la adversidad. Las líneas que regirán los comentarios, aunque no todas en uno, serán: familia, infancia, creencias, cotidiano y, los que nos quejamos, la pelota no es redonda.
Ahora empezaré por decir, una vez más, algo sobre familia, esa a la que tantos le tiran, otros la usan como muletilla de campaña y muchos más la consideran una realidad fuera de moda.
"Gracias a Dios soy ateo y, por lo tanto, tampoco creo en el matrimonio", argumentó alguien uno de estos días, al tiempo que trazaba en la frente y el pecho una cruz. En principio es una gran contradicción, porque aquí la cosa es: eres o no eres. No hay dioses al capricho y medida de cada quien. Eso me recuerda a los que llevan en el cuello unas "bolitas", sin saber que son las cuentas para llevar una secuencia mientras se reza el Rosario, no un collar para los hippies.
Cuando no se le da el justo valor a las cosas o valores, se es presa fácil de ideas simplistas que hacen pensar que todo es relativo, trivial y lo único que cuenta es el amor por conveniencia y pasajero. En eso contribuyen algunos medios de comunicación que todo lo hacen girar en torno al tener y la apariencia: fomentan una visión mercantil, materialista y economicista, toman a la sexualidad como fuente indiscriminada de placer que hay que aprovechar al máximo.
Al sexo lo han vuelto un instrumento de venta basado en la mujer-objeto. La relación hombre-mujer lo basan sólo en la atracción física y sin ningún compromiso.
Todos los días leemos, oímos y vemos la dimensión que alcanza la violencia, pero quizá lo que menos hacemos es pensar si no somos simples observadores. La descomposición social no se arregla con paliativos como el aborto o la eutanasia que sólo buscan remediar sin ir al origen.
Si la coherencia fuera una lucha cotidiana, no habría tanta pobreza y emigración. Si hubiera una adecuada moral sexual, no habría tanta infidelidad, "casas chicas" ni promiscuidad.
Aunque un clásico final de cuentos y películas es: "Se casaron y vivieron muy felices", nunca dicen cómo le hicieron. En la vida real el matrimonio no es como lo pintan, ya que es una relación integral de dos que viven juntos.
Con esto y más ¡claro que el matrimonio parece algo banal, caduco! Sin embargo y a pesar de todo, el matrimonio no está fuera de moda, es una realidad tan actual, que lo que requiere es que muchas promesas de campaña sean realidad y los responsables de legislar lo hagan con una actitud abierta a la verdad y respetuosa del bien común, conscientes del valor educativo de las normas, porque una ley justa debe promover y defender a la familia, principio de toda vida.- Mérida, Yucatán.
Tomado de www.yucatan.com.mx
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