La detección de los problemas del lenguaje se producen en la casa, y en segundo lugar, en la escuela. Se deben descartar causas patológicas. Un tratamiento multidisciplinar.
"Es vago, no le gusta hablar. Se hace entender por señas", justifica una madre sobre el comportamiento de su hijo de 3 años. Aunque a veces pueda parecer gracioso, no se debe permitir que un niño hable en forma incorrecta. Se debe enseñar a pronunciar las palabras desde el primer momento, advierten los especialistas, ya que una deficiencia en el lenguaje puede traducirse en dificultades en el proceso de aprendizaje, así como en la interacción con otros chicos.
Muchas veces, se deja pasar el tiempo más valioso de aprendizaje y los chicos llegan a la escuela con serios problemas de pronunciación. "Cuando un chico no pronuncia bien las palabras, recibe la burlas de sus compañeros. Esto produce una baja en su autoestima, y además puede tratarse de patologías que se agudizan por la falta de comprensión del entorno. Cuando el chico siente que lo ridiculizan tiene un doble problema", advierte la fonoaudióloga Eugenia Poliche.
El lenguaje es una acto social resultado de la intervención de diversos factores: estímulos del medio, inteligencia, la afectividad o mundo emocional del niño.
Los trastornos en la pronunciación de las palabras, técnicamente llamados dislalias, constituyen un problema muy común en los niños pequeños. "Se caracterizan por la dificultad de emitir correctamente uno o varios fonemas, es decir consonantes como la s, r o l entre otras, modificando el lenguaje de tal forma que esa consonante es deformada, reemplazada o directamente omitida. Dentro de las dislalias muchas son propias del proceso de maduración de los órganos encargados de la articulación de los fonemas, pero hay otras que aparecen por anomalías funcionales o anatómicas. A medida que el chico crece y hasta los 10 años, se da el desarrollo del lenguaje, que padres y maestros deben saber tener en cuenta. En caso de duda habrá que consultar al pediatra y este profesional deberá derivarlo al especialista que corresponda.
Síntomas de alarma
Un bebe silencioso que no balbucee debe ser motivo de consulta al pediatra.
Que no comprenda órdenes sencillas (señalar con el dedo algo que se le nombra, negar con la cabeza, decir adiós con la mano, por ejemplo) ni desarrolle una jerga (un habla) espontánea entre los 12 y 24 meses debe llamar la atención a los padres.
Si alrededor de los 2 años no pronuncia palabras parecidas a las del lenguaje establecido hay que consultar a un profesional.
Si sobre los 3 años y medio, el habla del niño no puede ser entendida por personas que no forman parte de su núcleo familiar, hay que preocuparse.
Si a los 2 años y medio no habla es importante discriminar si comprende el lenguaje, lo que se le dice.
Si el niño no puede pronunciar en forma correcta los fonemas después de los 6 años, hay que averiguar cuál es la razón: primero se debe descartar alguna lesión neurológica, sensorial, de la audición o motriz o déficit en los órganos de fonación. Luego, ver el entorno que lo rodea y si el chico tiene una buena estimulación (sobre todo si es un niño pequeño).
TARTAMUDEO. Hasta los tres años puede ser normal, pero después se torna patológico. Algo similar ocurre con el zezeo, que puede deberse a la disposición de los dientes.
2 AÑOS: Muchos niños repiten sonidos o palabras
Entre los 8 meses y los tres años los chicos repiten sonidos y luego, durante un período que va desde los 12 años a los 24 meses, repiten palabras que escuchan, de manera inmediata, porque es una forma de aseverar y de incorporar vocabulario. Esto es normal, porque la repetición tiene un sentido. El problema se presenta cuando esto perdura, cuando el chico no sólo repite una palabra de manera inmediata sino que la repite todo el tiempo. En este caso, la palabra pierde su sentido, esto se denomina ecolalia diferida. La ecolalia es una característica de muchos trastornos del lenguaje. Si después de los 30 meses de vida, el chico persiste en esta conducta habrá que hacer una consulta al especialista.
3 AÑOS: No concuerda el género con el sustantivo
El esquina, el escuela, el mesa, la papá. La falta de concordancia no es algo que forme parte de la descripción del desarrollo del lenguaje; sin embargo los padres deben prestar atención. La doctora Florencia Salvarezza, integrantes del Departamento de Neurociencias de la Fundación Favaloro, advierte que cuando se produce esta falta de concordancias a partir de los tres años hay que estar atentos y hacer la consulta. Este tipo de dificultad en general no acompaña una enfermedad y es muy común que sean las maestras quienes notan este problema cuando el chico empieza el jardín de infantes. Muchas veces los problemas aparecen en determinada época, cuando se dan ciertos factores que los hacen posibles.
NIVEL INICIAL: Se olvidan de los nombres de los compañeros
El chico que no recuerda o confunde los nombres de los compañeros en el jardín de infantes debe despertar la atención de los padres. Es muy sutil pero en general trae aparejado trastornos de la escolaridad. "Puede también que el niño se equivoque los nombres de los colores y cuando quiere decir algo no encuentre la palabra para hacerlo", sostiene Salvarezza. Los trastornos específicos del lenguaje como la falta de concordancia son infrecuentes, pero cuando ocurren acompañan trastornos de la lectura. "No todos los chicos con trastornos del lenguaje desarrollan problemas en la escritura, pero casi todos los niños con problemas en la lectoescritura tienen trastornos del lenguaje, muchas veces sin diagnosticar", dijo.
PRIMARIO: Dicen palabras incomprensibles o confusas
Parece que estuvieran hablando pero no dicen nada, aparentan estar expresarse en otro idioma. "Pronuncian una entonación propia del lenguaje, con sonidos más o menos parecidos a los de la lengua, pero hacen ruido y sin decir nada; pueden hacerlo con intención de comunicarse o no; eso constituye una señal de alerta para realizar la consulta", explicó Salvarezza. El primer signo de alarma se da cuando la madre no entiende al niño.
Otro síntoma que no debe pasar por alto es cuando los chicos no usan el lenguaje para comunicarse, y cuando se les habla mucho no contestan. En estos casos la relación con el mundo pareciera estar frenada, y en ese sentido es característico del autismo, indicó.
Tomado de www.lagaceta.com
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