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lunes, 29 de octubre de 2007

Las mentiras del lenguaje y el lenguaje de las mentiras


Miguel A. Espino Perigault
miguelespinop@hotmail.com

A mediados de siglo pasado todo el mundo leyó, con temor de que se cumpliese la premonición anunciada allí, la novela del inglés George Orwell, 1984. La célebre obra describe la vida bajo un régimen universal de terror que tendría lugar en unos 40 años más adelante. Era una imaginaria dictadura, como la que existía entonces en la Unión Soviética. Felizmente, la profecía laica no se cumplió, salvo en un punto: el lenguaje de la mentira.
La dictadura había impuesto un lenguaje proclive, en el cual las palabras traicionaban a la verdad y creaban una realidad virtual favorable al régimen. Había nacido el lenguaje orweliano. Es el idioma de los regímenes autoritarios.
Una versión moderna de ese lenguaje se difunde por el mundo, promovida por mujeres radicales, identificadas como feministas del género, (término acuñado por Christina Hoof Sommers, para diferenciarse del aceptado feminismo tradicional). Dicha tendencia radical, junto a los movimientos de homosexuales, se activan en foros y ante gobiernos, sobre todo a partir de la IV Conferencia Mundial de la Mujer (ONU, Beijin, 1995). Desde entonces, intensifican y multiplican los cabildeos en favor de su causa. Para sus costosas actividades cuentan con el apoyo financiero de la poderosa industria abortista internacional, y con el respaldo del Banco Mundial, y otras instituciones, que promueven el aborto.
Las exigencias impuestas para la concesión de préstamos y donaciones se enmarcan en la perspectiva de género, la cual contradice los conceptos tradicionales de la moral y la cultura de los pueblos receptores de la ayuda. En la perspectiva de género, se rechazan la Ley Natural y el Derecho Natural, ya que las principales tesis que manejan los movimientos homosexuales resultan contradictorias y absurdas a la luz de esa ley que se conoce y se estudia desde los tiempos de Aristóteles; algo que no le preocupa a sus dirigentes.
En ese lenguaje se cambia el significado de palabras como: hombre, mujer, amor, familia, matrimonio, sexo, género, aborto, eutanasia, homosexualismo, lesbianismo, reproducción humana, estilo de vida, y otras. Para la ideología del género, no existe una naturaleza dada a cada uno por su capital genético. No hay diferencias de sexo y cada uno puede inventarse a sí mismo; ya que las diferencias serían por la cultura o costumbres.
Un ejemplo ridículo es que llaman interrupción del embarazo al aborto, como si el embarazo fuera una conversación, que se puede interrumpir por un rato y después continuarla sin causarle la muerte el interlocutor.
Para la Comisión Internacional de los Derechos Humanos de Homosexuales y Lesbianas, los sexos no son dos, como todo el mundo cree, sino cinco: mujeres heterosexuales, mujeres homosexuales, hombres heterosexuales, hombres homosexuales, y bisexuales. Esta caprichosa clasificación carece de base científica, pues desde el punto de vista genético, solamente hay dos opciones: o se es hombre o se es mujer. Pero, ellas y ellos se mantienen en sus cinco.
Para concluir, admiremos esta perla que nos regala la feminista Adrianne Rich, quien dijo: "Una estrategia apropiada y viable del derecho al aborto es la de informar a toda mujer que la penetración heterosexual es una violación, sea cual fuere la experiencia subjetiva contraria". Bueno, mejor que esto lo contesten las mujeres normales. -El autor es periodista.

Tomado de www.estrelladepanama.com

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