Plus!: Cuando estás triste o con mucho estrés puede ser que busques alivio en la comida, pero esto no debe de convertirse en un hábito o tu peso aumentará cada vez más.
Todos experimentan algún grado de estrés, ya sea por demasiado trabajo, problemas económicos o personales. Sin embargo, muchos terminan refugiándose en la comida y esto es mucho más frecuente en las mujeres. Así lo indica un estudio realizado en Inglaterra, el cual investigaba la relación del estrés con la comida.
En la investigación, aunque parezca extraño, las mujeres sufrieron de estrés hasta por tener poco trabajo. También por discusiones con colegas o amigos, por vencimiento de un plazo o por tener que exponer en público. En todos estos casos el estrés mental fue el factor más importante para consumir alimentos.
El estrés en pequeñas dosis es bueno, es una reacción normal del organismo a un peligro, por lo tanto, te ayuda en una situación de emergencia. Lo malo es que ésta situación la vivas de forma permanente, afecte a tu organismo y te cause problemas de salud.
En general, las mujeres bajo estrés son más propensas que los hombres a adquirir malos hábitos de salud como fumar, tomar licor e ingerir alimentos ricos en azúcares y grasas. El problema es que al ingerir alimentos altos en calorías, tu aumento de peso se verá reflejado.
Comer por emoción
as mujeres que tienen algún grado de estrés, comen más entre comidas que en los alimentos principales, lo cual limita la ingesta de alimentos saludables como vegetales. A este tipo de comportamiento, es lo que se le conoce como comedores emocionales.
Estas personas comen de forma consciente e inconsciente cuando están atravesando por un problema, ya que el alimento les da placer o consuelo, es de esta forma que las emociones pueden echar a perder cualquier esfuerzo por bajar de peso.
¿Qué hacer para salir de este problema? A continuación, algunos consejos que te ayudarán a darte cuenta si comés por hambre o por estrés.
Pensá por unos segundos a qué hora comiste, si tu respuesta es que fue a menos de dos horas, lo más probable es que no tengas hambre, ponte a hacer otra cosa entretenida que no sea comer y espera a que esa sensación pase.
Escribí un diario y registra en él todos los alimentos que comiste durante tres días, incluyendo un sábado o un domingo. Anota junto a cada alimento tus sentimientos positivos y negativos a la hora de comer. Analiza si estabas de buen humor, con ansiedad, con enojo, etc. así puedes luego revisarlo, evaluar tu conducta alimentaria y aprender a evitar esos alimentos.
Si te dan deseos de comer una barra de chocolate, trata de distraerte, sal a caminar, escucha música, lee un libro o llama a un amigo por teléfono.
Si estás bajo mucho estrés, es probable que desees comer y te dirijas al refrigerador, por eso, mantenlo lleno de alimentos saludables como frutas o yogurt. Si tenés hambre, evita ir al supermercado en ese momento, come algo en casa y espera un tiempo hasta que estés segura que tus sentimientos no influyen en tus compras.
Si comes entre comidas, tené bocados saludables bajos en grasas y calorías.
Para que tus comidas sean sanas, tenés que comer de forma equilibrada, ingerí las porciones de alimentos que se te recomienda en tu plan de alimentación, ya que si consumís pocas calorías, lo más probable es que quedes con hambre.
Incluí siempre vegetales y frutas frescas así como granos integrales, leche o sus derivados y proteínas.
Ejercitate con frecuencia, pero también date un tiempo para el descanso. Practica ejercicios al aire libre como una caminata por un lugar agradable, esto no sólo te ayudará a quemar calorías, sino también a meditar y a relajarte.
Todos experimentan algún grado de estrés, ya sea por demasiado trabajo, problemas económicos o personales. Sin embargo, muchos terminan refugiándose en la comida y esto es mucho más frecuente en las mujeres. Así lo indica un estudio realizado en Inglaterra, el cual investigaba la relación del estrés con la comida.
En la investigación, aunque parezca extraño, las mujeres sufrieron de estrés hasta por tener poco trabajo. También por discusiones con colegas o amigos, por vencimiento de un plazo o por tener que exponer en público. En todos estos casos el estrés mental fue el factor más importante para consumir alimentos.
El estrés en pequeñas dosis es bueno, es una reacción normal del organismo a un peligro, por lo tanto, te ayuda en una situación de emergencia. Lo malo es que ésta situación la vivas de forma permanente, afecte a tu organismo y te cause problemas de salud.
En general, las mujeres bajo estrés son más propensas que los hombres a adquirir malos hábitos de salud como fumar, tomar licor e ingerir alimentos ricos en azúcares y grasas. El problema es que al ingerir alimentos altos en calorías, tu aumento de peso se verá reflejado.
Comer por emoción
as mujeres que tienen algún grado de estrés, comen más entre comidas que en los alimentos principales, lo cual limita la ingesta de alimentos saludables como vegetales. A este tipo de comportamiento, es lo que se le conoce como comedores emocionales.
Estas personas comen de forma consciente e inconsciente cuando están atravesando por un problema, ya que el alimento les da placer o consuelo, es de esta forma que las emociones pueden echar a perder cualquier esfuerzo por bajar de peso.
¿Qué hacer para salir de este problema? A continuación, algunos consejos que te ayudarán a darte cuenta si comés por hambre o por estrés.
Pensá por unos segundos a qué hora comiste, si tu respuesta es que fue a menos de dos horas, lo más probable es que no tengas hambre, ponte a hacer otra cosa entretenida que no sea comer y espera a que esa sensación pase.
Escribí un diario y registra en él todos los alimentos que comiste durante tres días, incluyendo un sábado o un domingo. Anota junto a cada alimento tus sentimientos positivos y negativos a la hora de comer. Analiza si estabas de buen humor, con ansiedad, con enojo, etc. así puedes luego revisarlo, evaluar tu conducta alimentaria y aprender a evitar esos alimentos.
Si te dan deseos de comer una barra de chocolate, trata de distraerte, sal a caminar, escucha música, lee un libro o llama a un amigo por teléfono.
Si estás bajo mucho estrés, es probable que desees comer y te dirijas al refrigerador, por eso, mantenlo lleno de alimentos saludables como frutas o yogurt. Si tenés hambre, evita ir al supermercado en ese momento, come algo en casa y espera un tiempo hasta que estés segura que tus sentimientos no influyen en tus compras.
Si comes entre comidas, tené bocados saludables bajos en grasas y calorías.
Para que tus comidas sean sanas, tenés que comer de forma equilibrada, ingerí las porciones de alimentos que se te recomienda en tu plan de alimentación, ya que si consumís pocas calorías, lo más probable es que quedes con hambre.
Incluí siempre vegetales y frutas frescas así como granos integrales, leche o sus derivados y proteínas.
Ejercitate con frecuencia, pero también date un tiempo para el descanso. Practica ejercicios al aire libre como una caminata por un lugar agradable, esto no sólo te ayudará a quemar calorías, sino también a meditar y a relajarte.
Tomado de www.corrientesnoticias.com.ar
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