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martes, 23 de octubre de 2007

Predominan métodos pedagógicos que no enseñan a razonar

 
 

POR MINERVA ISA Y ELADIO PICHARDO
Desde su pedestal, el maestro exponía la cátedra con aire doctoral, imponía su verdad absoluta, que el alumno escuchaba arrobado y asumía como algo incontrovertible, inapelable, perpetuándose desde el medioevo el modelo pedagógico del magister dixie, la autoritaria transmisión de conocimientos, de lenta caducidad, que pasaban de una a otra generación con carácter inmutable.

El catedrático no tiene hoy la majestad de antaño, su figura perdió prestancia, bajó del atrio, símbolo de la brecha que lo distanciaba del alumno, y los saberes prontamente se desfasan. Se traducen en nuevas tecnologías que imprimen un dinamismo sorprendente a las profesiones, transformándolas con una  innovación continua, dejando en desuso postulados, procedimientos, diagnósticos, los modos y medios de ejercer una carrera profesional.

Las nuevas modalidades pedagógicas, dominantemente interactivas,  implican una ruptura con los estilos tradicionales de enseñanza-aprendizaje. Se centran en el estudiante, fomentando la autogestión, dotándolo de las herramientas básicas  que le permitan pensar y discernir, estructurar un pensamiento coherente, lógico, analítico.

Nuevos roles

En el nuevo paradigma educativo, el rol del docente y del alumno cambian radicalmente. El profesor pasa a ser un facilitador, un mediador, supervisor y guía de un proceso formativo sustentado en lineamientos de investigación, por lo que no debe limitarse a la simple transmisión del conocimiento, asumiendo una actitud proactiva y crítica, de ahí la importancia de su mentalidad y formación.

El estudiante se convierte en un protagonista de su propia educación, colaborador activo en la consecución de los objetivos curriculares, adquiriendo la capacidad de aprender a aprender, de seguirse formando por sí mismo, desarrollando destrezas que le permitan procesar la información obtenida, evaluarla críticamente, juzgar y tomar decisiones.

En ese contexto pedagógico, el aula es fragua, escenario vibrante de nuevas estrategias metodológicas en que la libertad en el aprendizaje y el desarrollo de habilidades cognitivas ayudan a despertar la creatividad y criticidad. Es el taller donde la construcción y reconstrucción del conocimiento, su apropiación y adecuación tienen su principal apoyo en el trabajo interactivo, colaborativo, investigativo, con una actitud de cooperación, pero también de competición y enfrentamiento.

Perdieron vigencia las añejas formas didácticas, el viejo método vertical, autoritario, que no enseña a pensar y a razonar, no desarrolla una conciencia crítica, la capacidad de investigación y de análisis, apagando el interés de aprender, el amor por el conocimiento.

El modelo del magister dixie, en el que era palabra sacrosanta lo que decía el maestro, pertenece al pasado. Pero no en el país, donde en el sistema educativo todavía no se ha producido un cambio en la metodología de la enseñanza, ni siquiera en centros universitarios de alegado vanguardismo. Predomina el método del medioevo en el que el profesor diserta, dicta o escribe en la pizarra y los alumnos lo copian, repitiéndolo como fonógrafos sin interpretación, sin cuestionamiento alguno.

En el aula universitaria, donde se reproducen los vicios metodológicos de los niveles básico y medio, se encuentran docentes y alumnos que llegan presurosos y agotados por otros quehaceres. Educadores que, con excepciones, repiten los mismos conocimientos con los que hace veinte o treinta años ellos se formaron, condensados en un folleto que sus discípulos fotocopian. Estudiantes con grandes limitaciones académicas, acostumbrados a la memorización, con dificultad de interpretar y sintetizar textos.

Tiza y pizarrón, dictar y  copiar, verbalización y memorización, son rasgos de nuestra docencia, en la que profesores y alumnos permanecen atrapados en una rutina académica, en la pasividad y la inercia del método convencional. La fotocopia llegó haciendo menos fatigoso el copiado a mano, luego, hace su entrada la computadora invitando a la innovación, lo que no se produce aunque pizarras e introyectores se suplanten por pantallas digitales, se tenga acceso a la red, a bibliotecas virtuales.

Y es que el proceso de enseñanza-aprendizaje se realiza sin una adecuada estrategia pedagógica, sin un óptimo aprovechamiento de los recursos nuevos y tradicionales. La tecnología ha venido a facilitar el plagio, la reproducción de información sin ser internalizada, analizada, discernida. Estamos formando  una generación de copistas de la pizarra y del copy page, afirman educadores, convencidos de que la incorporación de herramientas tecnológicas de probada utilidad en el proceso educativo, no se aprovecha en toda su potencialidad, más bien refuerza errados hábitos en el aprendizaje.

Copiar, copiar ha sido un ejercicio sistemático desde que se implantó el sistema educativo tras nacer la República. Copiar, no importa que sea a mano, en una Olympia o en una computadora, su efecto atrofiante es el mismo: fomentar la pereza mental, la resistencia a pensar y razonar, impidiendo el discernimiento y la creatividad.

No basta la tecnología, se impone un cambio de mentalidad, de actitud, una reestructuración de la metodología pedagógica que permita enseñar a los alumnos habilidades para buscar, seleccionar, clasificar, sintetizar, interpretar y aplicar la información recibida. Incentivarlos para que piensen de manera original, constructiva, resolutiva y propositiva. Desarrollar desde el inicio al final de la carrera el pensamiento lógico, simbólico, primordialmente en la enseñanza de las matemáticas y todas las asignaturas de ciencias, que cada vez se van a utilizar más.

Con una buena formación en lógica, difícilmente no logre un máximo provecho en cualquier esfera del conocimiento a la cual se esté expuesto, convirtiendo en un poderoso aliado todo el caudal de conocimientos que les ofrece la internet, utilizándolo como referencia, en vez de contribuir a tararlos con el copy page.

El aula: taller del conocimiento       

En el aula, ámbito donde se elabora el conocimiento, el profesor no propicia el debate, una lluvia de ideas para enfocar un tema en sus múltiples aristas, no insta a la confrontación, a la búsqueda de opiniones distintas, posiciones disímiles, otras voces, nuevos criterios, aprovechando óptimamente los textos físicos y virtuales.

Misión difícil para un educador con muy poco tiempo para fomentar el  trabajo en equipo entre los estudiantes, un aprendizaje de manera participativa, en un ejercicio que obligue a discernir sobre la calidad del conocimiento, sobre el tema objeto de estudio. Un profesor sin tiempo de interactuar con sus alumnos, sea en forma presencial o a través de la red digital, que no sabe si el material presentado es fruto del copy page o no. Se enteraría con preguntas a los estudiantes acerca del tema desarrollado, pero no siempre los lee.

De ese modo no se cumple el objetivo de la tarea asignada, lo que cuenta es entregarla, no importa si el estudiante investigó o no, si asimiló o no la información manejada. Y como gran parte del ejercicio educativo se basa cada vez más en la asignación de trabajos externos, de proyectos para realizarlos fuera del aula, si no se hace una auténtica evaluación se ignora si está realmente aprendiendo.

Se delega bastante el aprendizaje a una "investigación", que no es tal, sino una copia de párrafos extraídos de algún texto, lo que a menudo no hacen los alumnos, sino el padre, la madre u otro pariente, quienes  realizan las tareas asignadas. Esto ocurre en la primaria, secundaria y en la universidad, comentan educadores:

Estamos obligando a los alumnos a un copy page, ni siquiera es memorización, porque si se lo aprendiera fuera un ejercicio a la memoria. Los estudiantes con acceso a las herramientas de la informática prácticamente las usan para  bajar documentos que no son filtrados y  que presentan a los profesores sin codificarlos, sin un proceso de reflexión y análisis.

Esto afecta profundamente la calidad de la docencia y la formación profesional. Es una situación reveladora de la baja calidad de la docencia, de la pérdida de valores que condenan el plagio, con frecuencia no sancionado y hasta inducido por los padres. 

No obstante, el acceso a toda esa información es una riqueza que debemos convertir en un factor positivo. Debe fomentarse ese potencial, pero primero hay que enseñarle al alumno los principios básicos de la investigación, que aprenda a ser selectivo.

Si se establece una política de evaluación  que privilegia el trabajo en equipo, los docentes deben tener tiempo para revisarlo, asegurarse de que los resultados sean producto del grupo o colectivo, porque si, como muchas veces sucede, uno hace el trabajo y los otros le ponen su nombre, fomentamos la irresponsabilidad, la vagancia, el recostarse en otro, no un trabajo de equipo.

Nuevas generaciones

Con las nuevas prácticas metodológicas y otros cambios para optimizar el proceso de enseñanza-aprendizaje, la educación superior está inmersa en una revolución que genera enormes tensiones entre maestros y alumnos, las mismas que crean conflictos entre padre e hijo con la brecha generacional, al no saberse interpretar los cambios que se están produciendo en los jóvenes. Sin una clara visión de este fenómeno, un educador desfasado tendrá un choque frente a un estudiante con una nuevo enfoque ante la vida y el conocimiento, al que no sacará ningún provecho en el aprendizaje si él no cambia.

La generación que hoy asiste a las aulas universitarias no se conforma con una respuesta absoluta, un sí o un no deberán ir acompañados de argumentos. Ante una duda buscará información, se documentará y al día siguiente cuestionará el criterio del profesor, quien tiene que estar preparado para interactuar, obligándolo a una actualización permanente. Esto requiere del maestro una base de conocimientos totalmente distinta, investigar,  dominar la materia impartida, una vasta formación conceptual, sometida a constante renovación  y crítica.

Los niños y niñas nacidos en la década del noventa con internet y algunos elementos de informática, pronto en edad universitaria, requieren una formación diferente, poseen una serie de habilidades que no se tenían antes, gran agilidad mental, recursos inagotables de información, para lo que más que nunca se precisa del discernimiento, a lo que no contribuyen el hogar ni la escuela. Serán estudiantes más proactivos y requerirán docentes proactivos, que conduzcan la docencia con un mayor soporte en investigación.

En contraposición al método magister dixie, en el nuevo modelo educativo el conocimiento se construye de una forma radicalmente opuesta, y   la "Generación.Net", los que nacieron después de 2000 no podrá ser recibida en las aulas con el método convencional. Tienen una información distinta, destrezas sorprendentes, antes de aprender a leer, muchos ya empiezan a navegar. A ellos, con nuevos esquemas mentales, con una programación diferente, habrá que prepararles un nuevo escenario educativo.

Buzón estudiantil

Los profesores no utilizan nada que no sea una pizarra, si la usan, porque les encanta estar dictando, ellos lo que quieren son las fotocopias y dictar, no traen proyectores. Deben cambiar esas pizarras de tiza, eso es obsoleto.

Algunos profesores todavía están en la era de Trujillo, otros son más orientadores y dejan que sea uno que forme sus propias conclusiones.

Hay profesores que tienen sus propios libros, que no sirven para nada, pero uno  tiene que comprarlo obligatoriamente, si no, no pasa la materia. También  tienen su marrulla con amigos que hacen un libro sobre la materia que imparten y se basan solamente en eso. La universidad debe pedirles que se adhieran a un texto mejor.

En la biblioteca no siempre se tiene lo que se quiere, resuelvo con  internet, necesaria en una carrera como Sistemas, donde cada día hay libros nuevos. La tecnología avanza muy rápido, y en 2007 no se puede tener una edición de 1997.

Son profesores preparados, pero se les debe exigir más en su responsabilidad del horario, algunos vienen una semana sí y otra no, hay días en que uno tiene que esperar hasta una hora.

Guía metodológica

Los nuevos fundamentos educativos enfatizan la forma en que la información es transmitida a los estudiantes, procurando que comprendan los usos  de los conocimientos  y las diferentes condiciones bajo las cuales pueden aplicarlos y transferirlos. 

El docente debe ser crítico, saber dirigir la actividad de los alumnos, evaluar y utilizar la investigación y la innovación.

 El propósito central del proceso enseñanza-aprendizaje es lograr que los alumnos se conviertan en pensadores críticos, planificadores e investigadores.

El educador debe tener un vasto conocimiento sobre los procesos de enseñanza individuales, interpersonales y grupales que intervienen en el aula. Manejar una serie de estrategias de aprendizaje, de instrucción, de motivación, de manejo de grupo, flexibles y adaptables a las diferencias de sus alumnos y al contexto de su clase.

 El proceso de conocimiento es de doble vía, por estas razones: a) el docente cuando dicta una cátedra no enseña, embrutece; b) tiene que conocer las dificultades de los estudiantes a partir de sus reacciones, preguntas, crítica y aporte, y c) porque el aprendizaje es interactivo y conjunto entre el profesor y el alumno.

 Se debe superar la cátedra superficial, dado que lo central en la acción pedagógica descansa en saber cómo se pasa del control del docente al alumno, proceso para el cual no hay recetas mecánicas, sino múltiples estrategias y opciones prácticas.

Fuente: Globalización, educación y universidad. Cambio y transformación curricular. (2006). Frank D´Oleo.

Discurso y práctica educativa

El nuevo discurso pedagógico-didáctico, preponderantemente democrático, apunta a la construcción de una sociedad más igualitaria, al fomento y respeto del pensamiento divergente, a la integración de las diferencias y al diseño de personas autónomas que actúen como ciudadanos conscientes y posean las herramientas intelectuales que los capaciten para ser dueños de su destino.

Esta tendencia se fundamenta sobre una sicología constructivista  y,  en  contraposición al conductismo y al normativismo, el alumno debería construir sus propios conocimientos sobre la base de sus conocimientos previos, en una aproximación progresiva que le permita apropiarse de los conocimientos nuevos de modo libre y autónomo.

Sin embargo -apunta Andrés Núñez Leites-, sería pertinente preguntarse si, más allá de este discurso, no existe una práctica que tiende a limitar su alcance  y a contradecir sus postulados, al punto de convertirlo en un mero dispositivo encubridor de una voluntad de deprivación de conocimientos socialmente significativos para las clases populares.

 "La práctica educativa, y en particular la práctica de la formación docente, se alejan notablemente de los fines proclamados. Y es que la construcción de sujetos conscientes y autónomos está fuertemente reñida con una sociedad diseñada para unos pocos; rompería  el ajuste entre el sistema educativo, el sistema económico y el sistema social en general; sería un contrasentido que en poco tiempo haría estallar un conflicto social que daría por tierra con el statu quo".

 

Tomado de www.hoy.com.do

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