- Posibilita un encuentro simbólico con los padres
- El perdón se logra al comprender que no hubo malas intenciones, sino imposibilidades
- Es ideal para casos de violencia y adicciones
"Perdonen la cara angustiada, perdonen la falta de abrazo, perdonen la falta de espacio, los días eran así..."
("A nuestros hijos", Martins-Lins)
La mayoría de las personas -explícitamente o no- se sienten inseguras en sus encuentros profundos, dudan de sus propias capacidades, sienten sobre sí mismos o desplazan hacia los otros una tríada integrada por la crítica, el enjuiciamiento y la culpa.
Según el autor norteamericano Robert Hoffman, viven día tras día y sin advertirlo el "síndrome del amor negativo".
"Su gran descubrimiento es esta vivencia, que nos hace sentir indignos de ser amados y que es causa del chantaje emocional que todos hacemos en nombre del amor", dice la licenciada Berta Sperber, socióloga (UBA) y psicóloga (UB), que introdujo y aplica en la Argentina el Proceso Hoffman de la Quadrinidad: emoción, intelecto, espíritu y cuerpo.
Según Hoffman (que murió en 1997) y Sperber, su traductora entre nosotros, desde muy pequeños aprendemos que para ser amados debemos cumplir con determinados requisitos. Así las cosas, la "lealtad" es llenar las expectativas impuestas por los padres. Y esto, de lo que nadie tiene la culpa, pero nos hace sentir culpables a todos, se hereda ciegamente de generación en generación.
"Vivimos poniendo condiciones, parece que uno tuviera que hacer esfuerzos para ser querido -dice Sperber-. Eso es el amor negativo. El amor incondicional, que es lo que este método abre, dice que el amor es un derecho, no algo por conquistar..."
El Proceso Hoffman vuelve conscientes los modelos infantiles. "A partir de la adolescencia, repetimos compulsivamente una sucesión de imágenes formadas desde la concepción y hasta la pubertad -dice la psicóloga- que funciona como visión indiscutible de la realidad."
Hoffman se centra en las cuestiones de poder, o, visto de otro modo, en el estar a merced de otros. "Eso es lo que sentimos cuando somos niños y dependemos totalmente de papá y mamá -afirma Sperber-. Para la vivencia emocional de un niño, sentir la desaprobación, el rechazo, la distancia o la falta de contacto de los padres son vividos como su culpa."
Según Sperber, el mundo emocional del niño no distingue entre elecciones y obligaciones. Por ejemplo: cuando una mujer deja a su bebe pequeño porque tiene que ir a trabajar, seguramente ese chiquito sentirá la ausencia. ¿Entonces? "Es la misma culpa la que hace que estos temas ni se nombren o que muchas mamás se vayan corriendo. Y, sin embargo, los niños, aun los bebes, necesitan que les comuniquen, con palabras o con gestos, que esta separación momentánea no es su culpa", dice Sperber.
Lo aparentemente contrario, la sobreprotección y el pegoteo, cría chicos inseguros, que siempre necesitan el "empujón" de otro.
Son la contracara (no menos sufriente) de esos hijos a quienes se los deja hacer sin límites y van por la vida a los tumbos, porque sus padres se prometieron a sí mismos no ser autoritarios como fueron con ellos, ignorando que también se equivocan.
El Proceso Hoffman supone un trabajo intensivo de una semana en la que un grupo de personas se reúne en un lugar alejado del contacto con otros conocidos, junto a un equipo de terapeutas. "Hay distintos ejercicios y consignas -explica la licenciada Sperber-, que cada uno vive en forma individual. El método nos va llevando y, en determinado momento, hacia el cuarto y quinto día, estando en plena infancia a nivel emocional, nos enfrentamos imaginariamente con nuestros padres, pero también cuando ellos eran niños. El contacto será de niño a niño y ahí el método nos enfrenta a una decisión: ¿podemos ayudarlos en lo que sentimos que ellos no nos ayudaron a nosotros? Nunca, en todos los casos que hemos tratado, hubo alguien que se negara en ese ejercicio a ayudar a sus padres. En el momento en el que decidimos darles lo que ellos no pudieron darnos a nosotros, porque no sabían o porque no había, rompemos la dependencia emocional negativa que nos une a ellos. Y ahí empieza para nosotros el amor incondicional, y nuestra libertad."
Por Gabriela Navarra
De la Redacción de LA NACION
Preguntas sobre la infancia
Una puerta de ingreso a ese viaje interior que propone el método es hacerse preguntas sobre la niñez. Por ejemplo:
-¿Sentís que fuiste un hijo deseado?
-¿Mamá y papá estaban presentes, pero no totalmente disponibles?
-¿Fuiste abandonado/a por divorcio o muerte de tus padres?
-¿Cómo eras de niño?
-¿Cuánto importaban en tu casa el dinero, el trabajo, el éxito, la sexualidad, el status, la salud, la limpieza?
-¿Qué transmitía el lenguaje corporal de tus padres? ¿Eran abiertos y comunicativos? ¿Se escuchaban?
-¿Recordás que tu madre o tu padre te hayan abrazado y dicho que te amaban mucho?
-¿Cómo eran tus padres cuando estaban enojados?
-¿Cuál era la figura de autoridad y qué sucedía si se desafiaba?
-¿Cómo se comportaba tu familia cuando estaba deprimida?
-¿Tus padres eran estables o corrían todo el tiempo ?
-¿Qué pasaba si estabas enfermo?
-¿Quién era la víctima del sistema familiar?
-¿Qué hacían tus padres cuando vos y tus hermanos se portaban mal?
-¿Había rivalidad entre los hijos?
-¿Cómo reaccionaban cuando traías el boletín?
-¿Mostraban el sexo como algo saludable y limpio o como algo que había que temer u ocultar?
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