No es fácil mantener una relación óptima con la familia política. Suegros, yernos, nueras y cuñados se quieren pero también sienten celos, envidias y otras emociones que pueden afectar mucho al matrimonio.
Nueras, suegras, cuñados, tíos y abuelos conforman una constelación donde no sólo prima el afecto, sino también los celos y las envidias. "Tus padres lo ayudan a tu hermano más que a vos" y "tu madre se entromete mucho en nuestras cosas" suelen ser frases comunes. Pero por suerte hay claves para llevarse bien con la familia política: respetar las costumbres, evitar los chismes y, sobre todo, no arrogarse roles que a uno no le pertenecen.
Amores y odios en el universo familiar
¿Cuál es el castigo de ser bígamo?... Tener dos suegras.
El chiste refleja el más típico y frecuente conflicto que suele producirse con respecto a la familia política. Sin embargo, aunque las relaciones entre el yerno y la suegra no en todos los casos son tan problemáticas como lo indica la tradición popular, siempre hay ocasión de que se produzcan entredichos entre los demás integrantes del grupo.
Nueras, cuñados, tíos políticos y sobrinos conforman un universo familiar donde no solamente se prodigan sentimientos de afecto y simpatía sino también otros, de signo menos positivo.
"El yerno se lleva mejor con la suegra porque no está casi nunca en la casa sino que sale a trabajar. Además, la suegra no suele competir con él por el amor de la hija. En cambio, puede suceder que haya competencia de una suegra con su nuera -opinó Rosa (72)-. Yo, por ejemplo, con mi yerno me llevaba muy bien, pero terminó separándose de mi hija porque él era hijo único y su madre, es decir la suegra de mi hija, intervenía mucho en su matrimonio".
La mujer considera que las suegras actuales resultan más "inofensivas" que las de antaño, porque ya no tienen un perfil matriarcal y dominante. De todos modos, admite que las buenas relaciones dependen también del tacto con que se maneje la suegra.
"Lo que una puede decirle a una hija no se lo puede decir a una nuera. A la hija una le puede criticar la ropa que se puso, por ejemplo, pero si hace lo mismo con la nuera es probable que sea motivo de un gran disgusto. Siempre hay que tratar de mantener cierta distancia", aconsejó Rosa.
Aunque algunos bromistas sostienen que el Paraíso Terrenal fue en verdad un paraíso porque Adán no tenía suegra, a veces los enojos con la familia política surgen de otra manera.
Nunca faltan los celos y las envidias que provienen de la situación económica dispar que atraviesan los diferentes miembros del grupo familiar. "Tus padres lo ayudan a tu hermano y a vos no", es una frase capaz de calar muy hondo en la relación de una pareja.
"En la familia actual se tiende a medir quién tiene más bienes materiales. Hay hijos que se sienten más valorados por sus padres porque alcanzaron un más alto nivel socioeconómico. De esa manera empiezan muchos problemas parentales", comentó la psicóloga Elsa Miliotto de Juárez.
Por otra parte, los cambios sociales van decretando el fin de aquella gran familia que compartía los almuerzos de los domingos.
"Cada vez se ve menos esa unión familiar y cada vez nos tornamos más individualistas -agregó la profesional-. Ahora hay más familias constituidas de manera diferente a lo tradicional. Se instalan entonces nuevas rencillas, como aquella de si la suegra quiere más a la primera mujer o a la segunda. A veces los hijos llegan a ser rehenes de esta situación, cuando se les impide visitar con más frecuencia a la abuela".
Cada uno debe ocupar el lugar que le corresponde
La cuestionada frase "no te metás", que en otros contextos marca una actitud cómoda e indiferente, aquí tiene un sesgo positivo. A fin de evitar los conflictos con la familia política, se recomienda que cada uno ocupe el lugar que le corresponde, sin invadir la vida de los demás con opiniones o consejos no solicitados.
"Si somos suegros, tenemos que abstenernos de intervenir en las decisiones de la pareja, sobre todo en lo que respecta a la crianza de los hijos. De ese modo se preserva mucho la comunicación", advirtió la psicóloga Elsa Milioto de Juárez, experta en terapia familiar. Entre las causas más frecuentes de ruptura de un matrimonio se destacan aquellas situaciones edípicas no resueltas, que determinan que mamá y papá alcancen gran influencia en la vida afectiva de los hijos.
"Es como un síndrome que se repite a lo largo de generaciones -dijo la profesional-. Por otra parte, en nuestra sociedad actual hay tantos problemas económicos y falta de vivienda, que muchos matrimonios conviven con sus padres. Cuando los padres ayudan económicamente a los hijos, se sienten con autoridad para invadir sus espacios".
La psicóloga, que se desempeña en la salud pública, explicó que ahora se ven muchos casos de parejas jóvenes en que la chica queda embarazada y siguen unidos, pero no conviven. "Ella se queda en casa de sus padres y él en la de los suyos. El sentimiento de lo que es la convivencia se le cae, y a la vez sufren las presiones económicas y afectivas de sus padres", afirmó.
Rosa -de 72 años- confesó que ella siempre se llevó espléndidamente bien con su suegra, por una razón: "Yo estaba acá y ella en Italia (risas). Mi mamá me contaba que su suegra la quería más a ella que a la propia hija. Y ésta se ponía celosa", afirmó.
Con respecto a la forma en que ella mantiene buenas relaciones con su nuera, la mujer contó que muchas veces tiene que aceptar decisiones que no le gustan, y que incluso la hacen sufrir. "Hay que hablar en buenos términos sobre el tema, pero cuando sea el momento oportuno", aconsejó.
Los errores más frecuentes
No respetar las costumbres, los hábitos o las maneras de ser de la familia política. Esto genera discrepancias y ofende a la pareja cada vez que se hace algún desplante o reclamo injusto acerca de la forma de ser de su familia.
Manifestar críticas contra la familia política suele generar una natural y lógica reacción de defensa de parte de los padres o hermanos. El consejo es que se puede opinar hasta cierto punto y nada más. Jamás se debe decir "sos igual que tu madre".
tomar partido por la suegra o la cuñada, contra de la propia pareja para demostrar que se está del lado de la familia política. En los momentos de discrepancias hay que apoyar al cónyuge. Lo primero es el bienestar de la pareja y después viene el de la familia política.
Insistir en recordar viejos desaires que se recibieron de parte de la familia política es una actitud totalmente vana. Dar vueltas una y otra vez sobre un tema del pasado contamina el presente.
Evitar las reuniones familiares sólo consigue producir mayores distanciamientos con la propia pareja. Hay que tratar de compartir momentos con la familia política por amor al cónyuge, y no a los suegros o cuñados. No hay ninguna obligación de sentir cariño por los familiares políticos.
Demostrar disgusto por la familia política es otro error frecuente. La relación no tiene por qué ser afectiva, ni de total confianza, pero -dentro de lo posible- debe haber cierta cordialidad y respeto. Si desde un principio se actúa con educación, todo será más fácil.
Tomado de www.lagaceta.com.ar
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