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Todos experimentamos entre los cuatro y los seis años una etapa llamada "pensamiento egocéntrico", relacionado con nuestro desarrollo mental y cognitivo. Durante esta etapa, el niño se encuentra inmerso en la exploración y descubrimiento del mundo, por lo que se manifiesta una necesidad urgente de obtener respuesta inmediata a todas sus dudas, además de la obvia necesidad afectiva de ser el centro de atención.
Para muchas personas el asumir su condición sexual es casi como nacer de nuevo, por lo que no debería extrañar que muchas etapas de la infancia se repitan en condiciones similares después de "salir del clóset", lo malo es que la mayoría de los gay permanecen en una eterna adolescencia durante gran parte de su vida, pero ese es otro asunto.
En medio de la dificultad emocional que implica asumirse diferente en una sociedad mayoritariamente heterosexual, patriarcal y machista, los gay buscan desesperadamente algún referente o modelo con el cuál sentirse a lo menos medianamente identificado. Esto resulta bastante difícil si consideramos que gracias al alto grado de homofobia e intolerancia presente en nuestro país, no existen muchas alternativas cercanas dirigidas al público homosexual, por lo que esta búsqueda se realiza mayoritariamente hacia fuera.
Si muchos se preguntan por qué el mundo homosexual tiene esa costumbre de tomar a algún personaje famosillo y convertirlo en icono gay, es precisamente por esta carencia de modelos reales, que ayuden a reforzar el paradigma de que la homosexualidad es algo normal y presente en la sociedad moderna.
Esta evidente necesidad de sentirnos integrados y aceptados por el común de las personas, nos lleva al menos durante una época de nuestras vidas a ser extremadamente autorreferentes en cuanto a nuestros gustos e intereses, proyectándonos a través de la música, las películas o la literatura, por no hablar de la moda. De esta forma, inconcientemente buscamos todo aquello que tenga al menos una mediana relación con la temática gay.
Por ello no es nada raro ver que de un momento a otro, los jóvenes gay asumen su nueva identidad como paquete completo, asimilando todos los aspectos de la cultura. Cambian el reggaeton por Madona, Kylie o Britney, las holgadas camisetas futboleras por brillante ropa ajustada, y la teleserie de moda por programas insignes como Queer As Folk, Desperate Housewives o Dante's Cove. Además, se aprecia una especie de cruzada personal, para conocer los locales gay de la ciudad y elegir el que será un punto de encuentro permanente para su nueva vida.
También están aquellos que por diversas razones salen tarde del clóset y la efervescencia gay los toma absolutamente desprevenidos, tratando de conciliar su imagen madura con el frenesí y las plumas de la "bohemia Queer". Por lo general éste tipo de homosexuales mayores, internalizan sólo aquellos aspectos de la cultura con los que se sienten más cómodos y que en definitiva no choquen demasiado con sus costumbres ya establecidas, pero eso no quita que aunque traten de mantener su apariencia de heterosexual promedio, igual posean uno que otro ORG (obvio rasgo gay), expresado quizá en sus intereses musicales, habilidades culinarias especiales, o una mayor prolijidad en la decoración de su departamento.
Entonces, el "egocentrismo" gay estaría determinado por esta búsqueda de íconos o el deseo de ser reivindicados públicamente a través de diversas expresiones culturales, y aunque muchos no quieran ser parte del llamado "ambiente gay", es inevitable que sus ORG se expresen de una u otra forma. Eso es lo que motiva al homosexual, a elegir aquellos temas que nos resulten atractivos.
Pero desde luego siempre estará ese interés casi patológico de algunos, por querer llamar la atención y decir ¡Hey, aquí estoy mírenme, soy gay!, más que orgullo es el llamado "ego gay", y por supuesto se contrapone con el deseo de otros por pasar desapercibidos, manteniendo un perfil bajo. Estas visiones tan opuestas son características de nuestra cultura, y nos hablan no solo de diferentes personalidades sino también de distintas experiencias de vida, que determinan la manera de vivir nuestra homosexualidad y a la vez el cómo enfrentamos una sociedad empeñada en renegar del tema.
Así pues, los gay y lesbianas buscarán siempre sentirse tocados o identificados con algo, ya sea a través de una canción, una película, un programa de TV o un libro. Ello contribuye a desarrollar creo yo, aquella sensibilidad especial que nos atribuyen los heterosexuales, la que desde luego no es una característica innata (hay muchos gay que tiene pésimo gusto), sino una habilidad que algunos afortunados desarrollan durante esta permanente búsqueda espiritual e intelectual de su propia identidad.
Tomado de www.gaymagazine.cl
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