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lunes, 25 de febrero de 2008

Controversia: la bisexualidad no es un estado intermedio

 

 


Manuel Velandia, columnista de AG Magazine y autor de diferentes artículos en nuestra Web, reflexiona sobre un artículo publicado en nuestra página con relación al tema de la bisexualidad y la identidad de orientación sexual.

 
 
Interesante reflexión la de Oscar Cevallos, en su colaboración titulada ¿La bisexualidad es ser gay o es un estado intermedio? Aun cuando me preocupa la frase de cierre: «La persona bisexual debe ser considerada gay porque mantiene relaciones homosexuales». Si ello fuera cierto, entonces, la persona bisexual debería ser considerada heterosexual porque mantiene relaciones heterosexuales.

Mejor dicho, una persona bisexual sería como Dios: tres personas distintas (bisexual, homosexual y heterosexual)  y un solo ser verdadero (uno que no tiene claro qué es).

Una persona es bisexual cuando tiene una identidad de orientación sexual como tal; es decir, no se piensa ni asume a sí mismo homosexual ni heterosexual, sino bisexual.

Si una persona tiene relaciones by genitales, biafectivas, bieróticas, y es bideseante, pero tiene una identidad sexual homosexual u heterosexual, tiene un conflicto identitario que requiere apoyo emocional, que le ayude a definirse en su identidad de orientación sexual.

Muy seguramente dicha persona prefiere asumir esa movilidad identitaria como una manera de evitarse conflictos con sus parejas hombres y mujeres, pero puede estar segura de que estos serán mayores cuando sus parejas se enteren de la realidad; conflictos que repercuten en sí mismo(a) y en consecuencia le producen daño emocional.

Las personas que no lo saben de dicho conflicto particular en sus parejas, asumen que tienen una relación homosexual o heterosexual, depende  del caso, pero el hecho de que la pareja me piense, me asuma y me explique de esa manera, no quiere decir que se sea aquello que ellos(as) piensan.

Aun cuando acepto que la identidad de orientación sexual puede transitar en las múltiples posibilidades, estos tránsitos no son fruto de la falta de aceptación, sino del redescubrimiento de otras posibilidades.

Ahora bien, Oscar puede llamar a lo suyo como desee, está en todo su derecho: pero intentar ser un polívoco diverso en la denominación de la orientación sexual no es muy saludable, porque en este caso es muy difícil «rendirle bien a diferentes señores» y quedar bien con un mismo y con los(as) otros(as), sin producirse/les daño en el intento.


Manuel Velandia
 

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