Por: Jacinto Faya Viesca
El psiquiatra Aaron T. Beck, creador de la Terapia Cognitiva, hoy en día, la terapia que más avance tiene en el mundo, afirma que las personas que abrigan la creencia catastrófica e irreal de que son incompetentes están sembrando una futura depresión. La autoestima es una de las manifestaciones más claras de todas las personas dichosas. La autoestima no está relacionada con la belleza física, la inteligencia, la riqueza, o la posesión de un título universitario. Una gran cantidad de bellas actrices, de empresarios millonarios, y actores con talento, sufren de una baja autoestima.
Estas personas, lo leemos a diario en los periódicos, tienen serios problemas de adicciones al alcohol y a las drogas. El consumo de estos estupefacientes tiene la finalidad de querer frenar (lo que no es así) su intensa ansiedad, angustia, graves depresiones y un sentimiento de inadecuación. Por esto, no es raro que grandes celebridades en el campo del cine, los espectáculos, y los negocios, se priven de la vida.
Una persona se autoestima cuando se valora en su exacta dimensión: ni más, ni menos. Es consciente de sus debilidades y carencias, pero también de sus capacidades y recursos. La autoestima siempre se manifiesta en un autorespeto, en una confianza en sí mismo a toda prueba. William James, el genial psicólogo norteamericano, decía que el factor más importante para el éxito de cualquier empresa consistía en la seguridad de que lo alcanzaría. Decía James que el descubrimiento psicológico más importante de sus siglo consistía en que el cambio de una actitud de triunfo, y abandonando la actitud de derrota, era lo decisivo.
Las personas dichosas asumen casi permanentemente una actitud optimista en todo lo que emprenden. La actitud es una disposición del ánimo. Cuando nuestra actitud es optimista, la probabilidades de que nos vaya bien aumentan enormemente, lo que a su vez aumenta nuestra autoestima; es decir, que nos valoramos de una manera correcta. Las personas que asumen una actitud optimista se atreven a emprender más actividades productivas, interactúan con las demás personas de una manera más abierta, expansiva, extrovertida y amistosa, por lo que las probabilidades de ser aceptadas son mucho mayores. Estos individuos reciben más ayuda de los demás y se involucran en retos y desafíos. Se ha comprobado científicamente que estos hombres y mujeres no abusan del cigarro ni del alcohol, y que son, prácticamente, inmunes a cualquier tipo de drogas.
En encuestas que se han efectuado en países de varios continentes, más del 75 por ciento declararon que en gran parte debían su felicidad a que gozaban de un buen concepto de ellos mismos. ¿Existe algún método o técnica para que una persona abandone su baja autoestima, y en su lugar, se autoestime saludablemente?. Si existen esos métodos y técnicas, y las mujeres y hombres que se autoestiman adecuadamente lo siguen de manera consciente o inconsciente. Primero, toda persona que se estima debidamente recuerda permanentemente la gran cantidad de éxitos y de sucesos favorables que han tenido en su pasado (todos los hemos tenido); segundo, no comparan su suerte con los demás; tercero, no se atormentan con presagios catastróficos que les pueden suceder en el futuro, y en cambio, se aplican y ocupan de utilizar sus capacidades y habilidades naturales; cuarto, cuando sienten miedo o tristeza, no rechazan sus sentimientos, sino que los aguantan, y tratan de averiguar si tienen causas basadas en la realidad o si son meras fantasías exageradas e irracionales; quinto, se arriesgan a actuar dentro de los limites de sus capacidades y de sus situaciones reales; sexto, tratan empeñosamente de ejercer un eficaz control sobre muchos aspectos de sus vidas y que en realidad sí pueden controlar.
Critlo nos recuerda que una de las actitudes fundamentales para mantener vigorosa nuestra autoestima consiste en que abandonemos para siempre las conductas derrotistas de los que se autoflagelan recordando sus errores, debilidades y culpas. Critilo nos pide que para alcanzar una saludable autoestima debemos ser indulgentes con nosotros mismos en relación con los errores de nuestro pasado. Perdonarnos a nosotros mismos, perdonar al niño, al adolescente y al joven imprudente que fuimos. Enseñarnos a "Amarnos a nosotros mismos" es el mejor camino para amar a los demás; y si ya amamos a otros, ¿por qué razón no nos amamos?
¡Qué paradoja y qué triste!: admiramos las estrellas, las montañas y los mares, pero muchos de nosotros no ponemos la menor atención en nuestras en nosotros. ¿Qué no nos hemos dado cuenta que somos la creación más perfecta de la Tierra?
Tomado de www.elsiglodedurango.com.mx
No hay comentarios.:
Publicar un comentario