Cuando el amor desaparece en la pareja no hay nada más que hacer. "No hay cultivo que valga. Es como que la planta se murió", dice José María Costello, de 53 años. Y su opinión tiene consenso. Con más frecuencia de la que se imagina, decenas de parejas se presentan a audiencias judiciales exponiendo como motivo de divorcio que ya no hay amor. Los jóvenes se atreven más que los adultos a confesarlo y son más las mujeres, que los hombres, las que se animan a expresarlo verbalmente, según los especialistas.
Pese a que no figura como causante de divorcio en el Código Civil, es una realidad que en la práctica diaria se refleja. "Manifestar que ya no se quieren es ahora algo corriente. Y no sólo es argumento de los jóvenes, también adultos con más de 20 años llegan con el mismo planteo. Y no sorprende, si tenemos en cuenta los cambios sociales y culturales que han conducido a una crisis de valores, donde hasta la ética y la moral, se han flexibilizado. Lo excepcional hoy es que un matrimonio dure toda la vida", afirma la jueza de Familia, Graciela Vals de Romano Norri.
Curiosamente, el Código Civil exige como requisito para que exista una sociedad comercial, que entre las partes haya affectio societatis (la intención de los socios de asociarse con el fin de alcanzar un objetivo común). Sin embargo, para el matrimonio no lo requiere. "El amor es el pilar del matrimonio y funciona como motor para enfrentar los conflictos, para negociar y solucionar, conversando", dice Vals aunque reconoce que las personas se casan también con otros intereses. "económicos, sociales, escapando de un hogar agresivo o ante el advenimiento de un niño", especifica.
A diferencia de muchas otras causas de divorcio, el desamor no tiene vuelta atrás. Se perdonan infidelidades, se revierten -difícilmente- situaciones de agresión, se solucionan problemas sexuales, la pérdida de la pasión o incompatibilidades propias de la convivencia pero cuando se trata de amor, jamás retorna. "Es una causa real de separación. Y siempre el que lo dice, el que confiesa que ya no ama al otro, lo hace con mucho dolor. En mis más de 20 años de experiencia no he visto nunca en mi estudio que se use esa frase como instrumento para herir o extorsionar al otro. Quien lo dice lo hace con angustia, le pesa y siente que lo que más quisiera es volver a amarlo", opina Dolores Suárez Larrabure, abogada y profesora de las cátedras de Teorías Sociológicas y de Sociología Jurídica de la Facultad de Derecho de la UNT.
Según las abogadas, una de las cuestiones más difíciles de probar es la infidelidad (a menos que exista un hijo extramatrimonial) y uno de los motivos de mayor peso, cuando se pide el divorcio, es la falta de amor, acota Vals. "Si no hay amor no podemos pretender que haya matrimonio. Hablar de incompatibilidad puede ser salvable, pero cuando la pareja no se ama, es insalvable. Es un terreno en el que los jueces no podemos hacer nada. Y negarles el divorcio no serviría de nada porque igual terminarían separándose", sostiene la jueza.
Diferencias entre géneros
"Se necesita mucha valentía para atreverse a confesar que la causa de ruptura es que ya no aman al otro. Es una frase que cuesta expresar, sobre todo si hubo muchos años de matrimonio", apunta la doctora Suárez Larrabure y, además, marca una diferencia en el comportamiento del hombre respecto al de la mujer en estas situaciones. "Al hombre , por lo general, le cuesta exteriorizar las emociones y por ello suele manifestar cierto hastío. Su forma de expresarlo es con frases como Ya no la aguanto más, No soporto vivir así, No quiero seguir viviendo de esta manera. En cambio, la mujer se anima a decirlo", dice.
Ambas abogadas coinciden en que la franqueza y autenticidad de los jóvenes, los convierte en los protagonistas de muchas historias dolorosas con planteos que hablan de una falta de sentimiento. "Son parejas, en su mayoría, que tienen entre uno y cinco años de casados o matrimonios de 15 a 17 años", apuntó Suárez Larrabure.
Tomado de www.lagaceta.com.ar
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